sábado, 15 de agosto de 2009

HASTA PRONTO


A partir de hoy, día 15 de agosto mis puertas permanecerán cerradas y no se aún cuando volverán a abrirse.

No os dejo del todo, intentaré en la medida de lo posible poder entrar en vuestras casas, aunque algunas veces lo haré sin avisar y en otras podréis comprobar que he estado por la huella dejada.

El motivo principal de este cierre temporal es sacar más tiempo para descansar y sobre todo para dedicarle más horas a mis estudios, de los cuales os puedo dar una noticia, el primer examen que he realizado sobre siete temas a desarrollar he sacado una nota media de 8,57. que no está nada mal al menos para mí.

Sé que volveré pero por ahora no os puedo dar ninguna fecha en concreto, os echaré de menos........ a los que algún día me hicieron llorar, a los que me hicieron reír, a los que conocí una noche ante las puertas de la Iglesia de Santa Catalina, con los que tomé una copa hace ya algún tiempo, los que me ayudaron con mis problemas informáticos, a aquellos que desde la distancia de otras tierras pasaron por mi casa, a todos, en definitiva MUCHAS GRACIAS

sábado, 1 de agosto de 2009

RECUERDOS DE NIÑEZ

En esta imagen aún no había nacido Miguel



Nací un 4 de diciembre de hace ya bastantes años en la Clinica de la Esperanza y traía bastante prisa por conocer el mundo ya que nací con los pies por delante.
Que sorpresa me llevé cuando pasados unos días me llevaron a la casa en la que viviría y me encontré que tenía ya cinco hermanos con los que jugar, aunque yo no sería la última de esta gran familia, ya que a los cinco años de mi nacimiento llegaría mi hermano Miguel.

Vivíamos en la calle Caballerizas. Mis abuelos y mis tios en la primera planta y nosotros en la segunda. Fui como mis hermanas al colegio de La Doctrina Cristiana ubicado en la calle Guzman el Bueno, donde una hermana de mi tio era monja y de vez en cuando, tras el almuerzo, me llevaba a su habitación y me dormía la siesta.

A la salida del colegio, cuando nuestros padres nos recogian nos compraban una pieza de pan con alguna onza de chocolate en una pequeña panaderia que se encontraba frente al colegio. ¡Cuanto han cambiado las cosas!. Ahora se ve a los niños merendar algún producto fabricado hace ya días y con una gran cantidad de ingredientes.

Al ser la más pequeña de mis hermanas nunca estrené uniforme del colegio, siempre iban heredando los de mis hermanas, pero hice algo que ellas no. Me escogieron en el colegio entre muchas niñas para hacer un pase de modelos en la inauguración de unos grandes almacenes, -imaginaos como sería ahora de modelo-.

En el colegio con dos de mis hermanas


Lo pasábamos bien al ser tantos hermanos, pero cuando uno caía con gripe u otra enfermedad parecida, caíamos los demás y a mi madre le faltaban manos para cuidarnos.
Todos pasamos el sarampión. Mi hermano Miguel se metía con nosotras en la cama y teníamos que llamar a nuestra madre y decirle: "¡Mamá, que el chico está metido en la cama con nosotras, ven a sacarlo!". Pero no se contagió.

Sin duda, lo mejor eran los domingos de playa. Solían venir nuestros tios y nuestros primos. Nos levantaban al amanecer y tardábamos horas en llegar ya que para que el coche no se calentara había que parar para echarle agua y de camino para desayunar. La vuelta era la peor, cuando volvíamos quemados por el sol: "no me roces que me duele, echate para allá, mamá que este me está tocando".

También en verano nos llevaban a la antigua carretera de la esclusa. Nos subían al techo del coche junto a una morera y nos atiborrábamos de comer moras. ¡Qué ricas que estaban!. Otras días. sobre todo los domingos, dábamos una vuelta por la Plaza de España, donde nos tomábamos un helado e íbamos a darle de comer a las palomas.



En Semana Santa teníamos sillas en la calle Sierpes y mi madre siempre iba cargada con nuestros bocadillos para la merienda. No nos perdíamos ni una. Todos los años veíamos quien hacía la bola más grande de cera, que despues mi madre utilizaría para que no se le pegara la plancha, ya que aún no existian las planchas a vapor.
Mis hermanos salían en San Esteban, de la que mi abuelo fue uno de sus primeros fundadores, y donde aún hoy día sigue saliendo Miguel.




Pidiéndole antes de salir caramelos a mi hermano



¿Y la Feria? no faltabamos ni un día. En esos años permitian llevar la comida de casa y mi madre se llevaba toda la mañana haciendo tortillas, filetes, etc para que no nos faltara de nada. La Feria estaba en el Prado de San Sebastian y mi padre entraba con el coche hasta la altura de la caseta a la que íbamos y a la voz de "¡ya!" todos nos bajábamos corriendo del coche y nos metíamos en la caseta. Era raro el día que no pasaba un policia preguntando de quién era ese coche, pero al final se marchaba sin hacer nada. Nunca supieron quien era el dueño.

En la Feria




Recuerdo el día que nació Miguel, muy tempranito nos despertó mi padre comunicándonos que ya teníamos un nuevo hermanito, mi madre se encontraba en el piso de abajo con mi abuela. Era gordito, con mucho pelo, pero no me dejaban cogerlo no se me fuera a caer.

Ese día fuimos mi abuelo, mi padre, uno de mis hermanos y yo a Villafranca del Guadalquivir a comprar carne para celebrar el nacimiento y despues a la Plaza de Abastos de Triana.
Han pasado ya muchos años pero lo recuerdo como si fuera ayer.Pero mi abuelo murió. Tengo vagos recuerdos de su muerte, pero si recuerdo que todas las tardes acudían las vecinas a la casa y entonces no se podía jugar, teníamos que estar en silencio y rezar el rosario, costumbre que quedó perdida con el tiempo.

Siempre había en casa alguna celebración, como una Comunión, el santo de alguno de nosotros y entonces nos juntábamos muchos ya que venía toda la familia.









Antes de las Navidades, mi madre le compraba un pavo a un hombre que vendía semanalmente huevos por las casas, y lo dejábamos en la azotea. Todos los días subíamos a darle de comer, pero había que tener mucho cuidado pues daba cada picotazo que ni te cuento y cuando llegaba el día que había que matarlo ya en Navidad, más de uno nos echábamos a llorar.
También en la azotea en un antiguo lavadero mi hermano mayor creó un palomar, tenía muchas palomas y cuando ponían huevos nos permitia entrar con él para ver a los polluelos que habían nacido, pero ¡ojo! no podíamos tocarlos.

Pasaron los años, fuimos creciendo y ya cada uno de nosotros tomamos caminos diferentes, aunque mi hermano Miguel y yo estuvimos bastantes años saliendo juntos, teníamos muchos amigos en común. Pero eso ya es otra historia.

Continuará ..........................

Nota del autor: en todas las fotos yo soy la más pequeñita