Son más de las doce de la noche y con unos amigos de mi hermandad me voy para ver a la Virgen a su salida; nos situamos en el paseo que da a las Marismas y alli sentados en el suelo esperamos el momento más deseado por todos.
- Ya se oyen gritos, ya se oyen salves hacia Ella, ya han saltado los almonteños - se escucha a nuestro alrededor.
Y allí en la inmensidad de la explanada y junto a las marismas, vemos a la Virgen salir.
No hay palabras para describir lo que uno siente, cuando acercan a la Virgen y la vuelven hacia las Marismas y mi amigo, me toma de la mano, me mete entre su pecho y sus brazos y me lleva a tocar a la Virgen.
Es imposible explicar aqui todo lo que pasó por mi cabeza, todo lo que sentí y lo cerquita que la tuve de mí.
Son tan fuertes las sensaciones vividas que no consigo descansar nada y solo pienso que dentro de unas pocas horas nos marcharemos dejándola a Ella en la soledad de su Ermita.
1 comentario:
- Sólo un corazón de Rocio lleno, es capaz de saber y sentir a la Señora cuando se asoma a la marisma, bañada de blanca luna.
Un fuerte abrazo.
(Publicado por herodes de la betica el 14 de Mayo de 2008)
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