jueves, 2 de julio de 2009

NOS VAMOS PARA ITALIA (final)


De Génova no nos dió tiempo a visitar mucho ya que nos quedaban pocas horas disponibles en el día y en muchos ya se notaba el cansancio, pero dimos un paseo por su puerto que es el primero de Italia y el segundo en importancia del Mar Mediterráneo después del de Marsella, en donde pudimos admirar el Faro llamado Torre de la Lanterna, símbolo de la ciudad.

Los principales rasgos del centro de Génova incluyen la Piazza de Ferrari, proyectada en la segunda mitad del siglo XIX, alrededor de la cual se encuentran la Ópera y el Palacio Ducal. Hay también una casa en la que se dice que nació Cristóbal Colón.
La Strade Nuove o Via Garibaldi, en la antigua ciudad, que fue inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial en 2006.












Otros lugares de interés de la ciudad son la Catedral de San Lorenzo que fue reconstruida entre los siglos XI y XII que conserva parte de la estructura de la iglesia románica sobre la que se edificó, destacando su fachada en mármol blanco y negro. En su sacristia alberga un museo y entre sus reliquias destaca la copa que utilizó Jesus en la Ultima Cena y la bandeja de plata supuestamente utilizada por Salomé para mostrar la cabeza de San Juan Bautista.
También es muy famoso el cementerio de Staglieno por sus grandes monumentos y estatuas.







De los hoteles en los que nos alojamos en Génova mejor ni hablar, eran casi como los de Niza, malísimos, pero ya nos daba igual dormir en una cama como en el suelo, el caso era descansar algo.

El día 2 de enero salíamos muy temprano de la última ciudad italiana, cruzando ese mismo día tanto la frontera italiana como la francesa, llegando a Barcelona a eso de las 21 horas aproximadamente. Los cantes se volvian a suceder en los diferentes autobuses mientras gritábamos una y otra vez: ¡ya no hay que comer pizzas ni pagar en liras!

Ya no teníamos prisa por nada. Recuerdo que un gran grupo nos fuimos a dar un paseo por Barcelona terminando en un Burger. Ni os imaginais la cara del encargado cuando nos vió entrar por las puertas. No daba abasto para atendernos.

A las seis de la mañana salímos de Barcelona rumbo a nuestra querida ciudad de Sevilla, a la que llegaríamos a eso de las doce de la noche. En todos los rostros se reflejaba el cansancio, pero traíamos el corazón lleno de alegria.
Los jóvenes cofrades de Sevilla habíamos alcanzado nuestra meta: Peregrinar a Roma, Ganar el Jubileo del año Santo y estar junto al Vicario de Cristo.

Y tras esta peregrinación, algunos de nosotros en nuestras diferentes Hermandades fuimos invitados por la Junta de Gobierno para dar una charla sobre las impresiones y las vivencias en esos días. Entre estas personas me encuentro yo, ya que a petición del Hermano Mayor de mi Hermandad di una pequeña charla sobre este viaje, obsequiándome los miembros de la Junta con un pequeño detalle.